martes, 27 de octubre de 2015

#CiudadaniaEnPrecampaña

Ciudadanos y ciudadanas en precampaña.


Si los políticos han empezado la precampaña, creo que la ciudadanía también debe hacerlo.

Y lo primero que creo que debemos hacer, como primer acto de precampaña, es denunciar los muchos años que llevamos de bipartidismo y de partidos segundones cómplices, y que esa es la razón de la pobreza de nuestra democracia y del deterioro de sus instituciones.

Demasiados años gobernando los mismos ha provocado redes de cómplices y complicidades; de enchufismos y clientelismos; de connivencias, apaños y sometimientos a los grandes poderes económicos y financieros. 

Demasiados años con políticos que se aferran a sus sillones y a los privilegios de sus cargos. Políticos que siguen en política porque ya no saben ganarse la vida de otra manera. Políticos que no tienen la honestidad y valentía de dejar su cargo a sabiendas que ya no tienen nada que decir ni nada nuevo que aportar. Políticos que aceptan lo inaceptable y callan lo que deberían gritar  a los cuatro vientos.

Demasiados años donde los peores vicios, repetidos miles de veces en nuestra historia, han vuelto a gangrenar la política, la gestión pública, la sociedad y la economía. El amiguismo, la defensa a ultranza del clan y el complot familiar; la glorificación de la incultura y el desprecio del pensamiento libre y culto; la salvaguarda del poder y las prebendas de la iglesia (que nos obliga, por coj…, a ser un país católico), la exaltación de la cultura del pelotazo, el engaño y el enriquecimiento a costa de todo y de todos; el aprobar, consentir, incluso legalizar la avaricia y la codicia desmedida e inmoral de los que ya tienen demasiado y aún quieren mucho más.

Los ciudadanos y las ciudadanas de este país (o país de países o lo que sea) no debemos olvidar el sufrimiento de todos estos años de crisis. La crisis no la provocamos la gente normal y, sin embargo, la estamos padeciendo la inmensa mayoría. Y en esa mayoría creo que nos podemos incluir todos, los de derechas y los de izquierdas, los que votaron al PP, PSOE, IU o cualquier otro partido. Todos la estamos padeciendo y a muchos les ha arruinado la vida. Muchos perdieron sus negocios creados con mucho esfuerzo durante años o generaciones; millones han perdido sus trabajos y por tanto se han quedado sin futuro (para ellos y sus hijos)… Y miles han perdido lo más valioso: sus hogares… y sus vidas.

Ellos, nuestros “extraordinarios, brillantes y bondadosos” políticos podrán olvidarse de todo esto, nosotros no. Incluso volverán a mentirnos diciendo que ya estamos recuperándonos, que saldremos de esta crisis. Eso es mentira. Esta crisis ha venido para quedarse. No es traje de temporada. Es la armadura que nos va a aprisionar durante las próximas décadas.

Hasta el 20D, nuestros políticos dirán solo lo que ellos creen que nosotros queremos oír. Por cierto, en los días de campaña electoral, siempre me acuerdo de aquella expresión que se popularizó y que decía: “mientes más que un político en campaña”. Y desgraciadamente me temo que eso será lo que va a ocurrir. Nos mentirán hasta la ridiculez y hasta decir basta.

Pero esta vez creo que las cosas van ser diferentes, o debemos hacer que sean diferentes. Yo estoy convencido de que todos vamos a escuchar esos discursos de otra manera, vamos a hacer otra lectura y vamos a hacerles ver que ya no nos pueden engañar tan descaradamente.
Como tampoco vamos aceptar que hagan con nuestro presente y con nuestro futuro lo que les dé la gana. En mi opinión, creo que en estos años pasados hemos sido demasiados cómodos, confiados e incluso irresponsables al cederles tanto poder. Eso tiene que cambiar o si no, no tendremos fuerza moral, no podremos exigir nada. “Pueblo confiado, pueblo engañado”, creo que oí alguna vez. A mí, personalmente, no me gusta vivir con los prismáticos de la desconfianza. No es sano. Pero ahora mismo, en este momento histórico, creo que hay que desconfiar de todos los políticos. Los hechos ocurrido y la vergüenza y podredumbre destapada nos reafirman en ese sentimiento. Los políticos de este país no solo tienen que captar nuestro voto, tienen ganarse algo mucho más importante, y es nuestra confianza y credibilidad.

Los ciudadanos y las ciudadanas de este país no podemos olvidar lo que ha pasado durante estos años. Si lo hacemos, entonces nos mereceremos que nos vuelva a pasar otra vez lo que nos ha pasado. Si no aprendemos nada de estos años de crisis, entonces no habrá servido de nada tanto dolor y tanto sufrimiento. Por eso, en mi opinión, creo que todos debemos participar, como ciudadanos comprometidos, en la precampaña (y más adelante en la campaña) para evitar que nos mientan, nos ninguneen o nos traten como a imbéciles.

Los ciudadanos y las ciudadanas tenemos que entrar en precampaña para recordarles a nuestros políticos que ninguno de los que han gobernando durante estas últimas legislaturas ha tenido la dignidad política de asumir la responsabilidad del mal gobierno que han hecho y del daño que han provocado a millones de familias durante los años de crisis.

#CiudadaniaEnPrecampaña para que no olviden que ellos son los culpables de convertir a este país en el país de la impunidad, del “vale todo” y de la corrupción generalizada.

#CiudadaniaEnPrecampaña para que sepan que la conciencia política de la gente ha cambiado. Ahora, como nunca, la gente tenemos más claro cómo es la clase política que nos ha gobernado y que quiere seguir gobernándonos. La crisis nos ha enseñado que no podemos darle un cheque en blanco a ningún partido ni a ningún político. Ellos no se han ganado nunca, nunca, esa confianza. Desgraciadamente este país no tiene tradición de democracia ni ejemplos de buenos políticos. Tristemente apenas tenemos referentes de buenos políticos (en estos casi cuarenta años de democracia) a los que seguir y emular. Miramos hacia atrás, leemos las páginas de nuestra historia, y es difícil encontrar esos referentes. Demasiadas dictaduras, demasiadas guerras civiles y muy poca democracia en la mochila de nuestro pasado.

Y con todo esto no quiero decir que no haya políticos honestos con ganas de hacer bien las cosas. Claro que los hay. En partidos y en asociaciones y colectivos. Tampoco quiero que se entienda que proclamo la desafección política. Nada más lejos de mi intención.
La Política con mayúscula es fundamental para la convivencia humana. Yo creo firmemente que todo lo que hacemos, hasta lo más pequeño, tiene un significado, un valor y una repercusión política. Vivir y convivir es Política. La Cultura es Política, y soñar, y proyectar futuros es Política. A lo que me refiero, y lo que intento defender, es una manera diferente de entender y de hacer Política. Por lo que abogo es por la honestidad y el compromiso auténtico en la Política para que, a través un diálogo profundo, abierto y creativo, intentemos construir un mundo mejor para todos… o por lo menos, lo intentemos con todas nuestras ganas. Lo que quisiera, lo que creo que mucha gente desea, es que la POLÍTICA controle la avaricia desmedida de los poderes económicos y priorice a las personas, independientemente de su ideología, nacionalidad, raza, sexo o religión, y que se ponga de parte de los más indefensos, de los que más sufren.

Dentro de 54 días todos estaremos otra otra vez ante las urnas. Lo que decidamos será muy determinante para nuestro futuro. Y confieso que no he tenido ese sentimiento en ocasiones anteriores. Era un niño cuando las primeras elecciones democráticas, tan ilusionantes y, a la vez, tan frustrantes para las clases humildes de este país.
Ha habido elecciones en la que he practicado la abstención consciente como acto de protesta. No confiaba en ningún partido, ni en esta manera de hacer democracia. Y sigo teniendo mis dudas, pero en estas elecciones no estoy tan seguro de que la abstención sea la mejor opción. De todas maneras, tanto si se vota como si no, y gane quien gane, los ciudadanos y las ciudadanas tenemos que estar muy alerta. Tenemos que educar, educarnos y reeducarnos en el compromiso político con el mundo que nos ha tocado, y decirnos, y repetirnos mil veces, mil millones de veces si hiciera falta, que los soberanos de este país no son ellos, somos nosotros, la gente. Este país y este planeta tiene que ser de la gente, no de unos pocos.

Este es el espacio-tiempo que nos ha tocado vivir y todo hombre y mujer tiene el derecho a ser feliz. Si desperdiciamos esta vida, no habrá otra. No hay repuesto, ni se admiten devoluciones. Por eso creo que estamos en el momento histórico decisivo para reclamar que nos devuelvan nuestra soberanía política, nuestra soberanía económica, y reivindicar nuestro derechos a las utopías. No debemos conformarnos con menos. Recortes, ni uno más.