sábado, 19 de diciembre de 2015

¿EL TRABAJO DIGNIFICA A LAS PERSONAS?


#CIUDADANÍAREFLEXIONANDO
SE ACABÓ LA CAMPAÑA, TODOS A REFLEXIONAR.
El de la foto es mi padre, el auténtico Benito Zambrano, conocido en Lebrija por El Gamba. Obviamente me llamo Benito por él. Y antes de hacer películas a mí también me llamaban el Gamba o el Gambita. Bueno, mis amigos me siguen llamando por el mote.
Viendo esta foto, definitivamente, yo quiero llegar a viejo como él. Así, de esa manera, con esa pose.  Tiene 85 años, y ahí está el tío. Sentado debajo de un olivo, tranquilamente, tomándose un vaso vino. Yo creo que está reflexionando sobre la crisis mundial y el cambio climático.
Si mi madre me enseñó la cultura de la dignidad como persona, mi padre me enseñó la cultura de la dignidad como trabajador. Nunca llegar tarde a trabajar. Hacer bien la faena, tener un comportamiento correcto y siempre respetar a los compañeros. Para mi padre, que nos llamaran la atención en el trabajo, era la peor vergüenza que podía sentir.
A los seis añitos empezó a trabajar en el campo cuidando pavos y gallinas, y del campo no salió hasta que se jubiló. Nunca fue al colegio. Siempre trabajó para otros y nunca acumuló riquezas. Trabajando honradamente nadie se hace rico, y menos trabajando para otro. Su único patrimonio son sus hijos. Y no es amor de hermano, pero mis hermanos y mis hermanas son los mejores del mundo.

Y ya que estamos en día de reflexión. Voy a compartir algunas dudas para quien quiera calentarse la sesera.
¿Qué eso de la cultura del trabajo?
¿El trabajo realmente dignifica o es cuento chino que nos meten desde chiquitit@s para que aceptemos sin quejas trabajar una vida entera?
Y si trabajar dignifica tanto, ¿qué pasa cuando alguien se queda sin trabajo? ¿Pierde su dignidad junto con el empleo?
Un trabajador sin trabajo, ¿qué es? ¿Un tonto o un inútil porque no encuentra trabajo?
Y si cobra una prestación o ayuda, ¿qué es?, ¿un parásito, un estorbo, una carga para la sociedad o un@ que hay que mantener por caridad?
Creo que estamos de acuerdo en que las empresas no son ONG, ni sociedades caritativas, ¿verdad? Un empresario monta una empresa con el objetivo de ganar dinero, no para crear puestos trabajos. Crea trabajo porque lo necesita para producir, no porque sea un filántropo benefactor ¿correcto? Entonces, ¿qué pasa cuando esos trabajadores ya no le son rentables o productivos al empresario? Si comprar una maquina o llevarse la empresa a otro país para obtener más beneficio es normal y lícito, ¿qué hacemos con la mano de obra sobrante?
Antes de que estallara la crisis, todos estábamos convencidos de que siendo un ciudadan@ honrado, un buen estudiante, un buen profesional, un buen trabajador/a, incluso siendo un buen empresario/a, todos estaríamos dentro del sistema y que el sistema nos iba a proteger. Pero el sistema entró en crisis —que no provocamos nosotros— y todo se jodió. ¿Qué pasa con todos eso buenos ciudadanos honrados y trabajadores? ¿Quiénes han pagado los platos rotos?
¡Ojú, madre mía, qué de preguntas! Bueno, vamos a dejarlo aquí, no os quiero calentar la olla el día donde hay que reflexionar tanto, ¿verdad?
Besos y abrazos… iba a decir cálidos, pero como hace falta que llueva, os envío besos y abrazos mojados de nuevas ilusiones. Feliz día de votación.
Por cierto, ¿no os huele a cambio a República?

viernes, 18 de diciembre de 2015

EN ESTE PAÍS NOS IRÍA MEJOR SI UNA MUJER LO GOBERNARA

#CiudadíaEnCampaña
ÚLTIMO DÍA DE CAMPAÑA.
José Luís Serrano, escritor y presidente del Grupo Parlamentario Podemos Andalucía en el Parlamento andaluz, decía el otro día en Granada, con respecto a Andalucía, que no es una patria sino una matria. Mi amigo Antonio Manuel Rodríguez, andaluz de profesión y más cosas, me amplió el concepto con esa pasión que le caracteriza cada vez que habla de Andalucía y su historia: «El concepto de patria podríamos entenderlo como un concepto excluyente y patriarcal. Sin embargo, el concepto de matria nos habla de una identidad que abraza, como una madre. Por eso Andalucía es abrazante y no abrasiva. Andalucía, como nación, se ha construido por inclusión, no por exclusión. Andalucía es mujer, y es madre protectora».
Y toda esta introducción es más que para plantear la siguiente pregunta: ¿nos iría mejor si este país —o país de países— lo dirigiera una mujer?
Pensando en el cambio tan profundo que necesitamos en este país, me acordé de mi madre y de las mujeres de mi pueblo. En cómo mantenían sus casas siempre limpias, aireadas y llenas de flores.
Recuerdo, cuando llegaban las fiestas importantes, cómo se arremangaban y hacían una limpieza general de arriba a abajo. No dejaban un rincón sin escamondar. Se retiraban muebles, y la casa se ponía patas arriba. Había que sacar toda la mierda. Que no quedara ni una mijita de suciedad. Había que dejar la casa impoluta. Limpia y transparente para que cuando vinieran las vecinas o los familiares olieran a limpieza y honradez. Pobres pero limpios, y muy dignos.
Obviamente era un trabajo duro pero ellas lo hacían por el bienestar de su familia. Lo hacían con amor o por amor a sus hijos, por su sangre. Y también por un sentido ético y de responsabilidad. Eran mujeres que sabían cumplir. Orgullosas. Las primeras en levantarse y las últimas en acostarse. Mujeres que con su limpieza, honradez y transparencia eran un ejemplo de dignidad para sus hijos y sus hijas, y sin necesidad de decir una sola palabra.
Ahora, en estos momentos actuales, en pleno siglo XXI, esa dignidad ganada con tanto sacrificio y con tanto trabajo durante generaciones, mucha gente se está viendo obligada a venderla para poder conseguir un miserable puesto de trabajo o para conseguir las limosnas del SEPE o de los Servicios Sociales de sus ayuntamientos.
Y ya que estoy haciendo memoria, también recuerdo lo sensatas y equilibradas que eran con la economía familiar las mujeres de mi tierra. Mi madre nunca gastaba más de lo que tenían. Sabía administrar lo poco que había con sentido común y equidad. Todas manejaban con una sabiduría extraordinaria —acumulada durante siglos— el sentido de la sostenibilidad. Nada de gastos inútiles, solo lo necesario. Caprichos, los precisos. Y si tenían que comprar algo a plazos, con su palabra bastaba. No hacían falta contratos. Rascaban de donde fuera para cumplir. Siempre pagaban sus deudas. A una mujer de mi pueblo nadie le iba a sacar los colores porque debiera dinero. Eso, jamás.
En la educación de sus hijos era la única cosa donde no escatimaban recursos. Sabían que el futuro de sus hijos e hijas estaba en la educación. Familias enteras se sacrificaban para que por lo menos uno de los hijos (varones en su inmensa mayoría) estudiara. Hoy en día, que nuestros hijos estudien para que tengan un futuro mejor, suena a un mal chiste contado por alguien que, encima, no tiene gracia. Mi sobrina —22 años— terminó el curso pasado sus estudios de fisioterapeuta, ahora mismo está trabajando en un restaurante italiano en Manchester (Inglaterra). Ella hace los postres y su novio, graduado en criminología, hace las pizzas. El sacrificio de mi hermana y mi cuñado desde luego no ha sido en vano. Sí, mi sobrina es un mujer estupenda, trabajadora, integra, bien preparada y tiene su carrera, que es lo importante. Pero la otra realidad es que mi hermana y mi cuñado han dejado de disfrutar de tener a su hija a cerca y, además, viven con la intranquilidad de que el futuro de su hija es incierto. Porque para venirse a España a que le hagan un contrato de mierda, mal pagado y temporal, mejor que se quede haciendo pizzas en Inglaterra. Por lo menos conoce otro país, y de paso aprende inglés —idioma que no sabe su tío, el que les habla—.
 «¡Ay, Dios mío!, con to lo que yo tuve que luchar para ahora tener que ver a mis hijos y a mis nietos así!», piensan muchas abuelas. Y también estoy seguro de que algunas de esas viejas, listas y sabias, de lengua rápida, dirían: «A este país lo que le hace falta es eso, un buen fregao, pero de los verdad, de los de antes. Con estropajo y lejía. De arremangarse, hincar las rodillas y refregá hasta que salga to’a la mugre.»
Pues sí, familia, eso es lo que creo que hace falta: una limpieza a fondo con lejía y estropajo. Y si es necesario hincando las rodillas en el suelo para refregar con fuerza, sobre todo, los/as que más han ensuciado este país —o país de países—. Al final, la «casualidad» de coincidir las elecciones generales con las fiestas navideñas, puede que se convierta en una feliz coincidencia. Y lo pienso  porque el 20D nos puede dar esa oportunidad. La de hacer esa limpieza general tan profunda y tan necesaria. Hay que darle una buena mano de cal a todo el país y replantar de flores nuevas todos los patios y todas las casas.
Y volviendo a la pregunta del principio, ¿nos iría mejor si este país lo dirigiera una mujer? Mi conclusión es que sí. Creo que nos irá mucho mejor si este país lo gobernara una mujer. Mujeres inteligentes, ecuánimes, sensibles y de buen corazón, que abracen y unan.
Así que de paso, aprovecho para manifestar mi respeto y admiración por todas las mujeres comprometidas y luchadores que se presentan a las elecciones. Espero que ellas pongan cordura y sentido común en el nuevo país que necesitamos, debemos y vamos a construir.  Y como oí decir a una negra cubana en pleno periodo especial, «Compañeras, lo último que se puede perder es la ternuraaaa».
¡Ah!, una cosa más, sé que me pongo muy melodramático y pedorro —lo siento—. Quiero aclarar que en mi casa fuimos muy felices. Pobres pero felices. Mi madre siempre estaba con ganas de reír. Mi infancia está llena de griteríos, bullas, chistes y bromas. Las mujeres de mi tierra no sabían estar serias. Ponerse serio era como tener una actitud superior. «Mira esa, que seria va, se creerá alguien», decían. Esas eran las mujeres de mi tierra, siempre con una sonrisa en la boca y una frase con doble sentido preparada para ponerte en tu sitio.

lunes, 14 de diciembre de 2015

MI CAUSA —MI DOLOR Y MI ALEGRÍA— ES MI TIERRA, ES MI GENTE

#AndalucíaUtópica

En los próximos meses en este país —o país o países— van a pasar muchas cosas. Van a ocurrir muchos cambios. Y yo me pregunto: ¿En qué lugar va a quedar Andalucía? ¿Qué protagonismo vamos a tener los andaluces? ¿Quién va a defender los intereses de los andaluces? ¿Se seguirá utilizando a Andalucía como moneda de trueque para los chanchullos políticos en Madrid?

La saliva se me convierte en cristales negros na ma pensar esto que voy a decir. Juro que lo voy a decir, lo voy hacer con todo el dolor de mi alma pero, si me callo, reviento. Cada vez que hay elecciones generales, lo único que siento es que todos tratan a Andalucía como la puta donde vienen a hacer sus necesidades y después, encima, la mal pagan. Lo digo como lo siento. Los andaluces, en este país —o país de países—, solo somos importantes cada cuatro años, cuando necesitan nuestro voto. Después, que te den.
¿Y quién tiene la culpa de que nos pase esto? ¿Quién tiene la culpa de que Andalucía no tenga ningún peso en los centros de poder económico y político de este país?
Yo tengo mis culpables, que cada uno piense los suyos.

No conozco a ningún gitano que se vaya a llorar después de cantar, por mu jondo que haya cantao. Así que ahora no es el momento de ponerse a llorar ni a quejarse, si no se va a hacer nada.
Mi gente: en los próximos meses lo menos importante va a ser el partido al que cada uno pertenece o al candidato al que votó. Lo importante va a ser lo que estos partidos y nosotros mismos estaremos dispuestos a hacer por nuestra tierra. La única causa que nos deberá unir es Andalucía. Por lo menos, para mí, mi única causa —mi dolor y mi alegría— es mi tierra y es mi gente. Por eso creo que lo realmente importarte, en este momento actual, histórico, es preguntarnos cómo podemos construir entre todos una Andalucía nueva. Una Andalucía a la que todo el mundo respete.
Eso sí, para que eso ocurra, primero tenemos que aprender a respetarla nosotros mismos, los andaluces. Si somos un pueblo tolerante con la corrupción y los estafadores; si aceptamos que nos ninguneen y que nos gobiernen políticos inútiles; si nosotros mismos denigramos nuestra propia cultura o no le damos prioridad absoluta a la educación; si todos los ciudadanos y ciudadanos no nos comprometemos con nuestra tierra, entonces no esperemos nada bueno de nadie. Si seguimos esperando al Mesías o a un líder que nos guie, entonces vamos apañaos. Seguiremos siendo, durante muchos siglos más, el culo de la península Ibérica y de Europa. Detrás nuestra, lo de siempre.

Tweets que no cabe en 140 caracteres:
#AndalucíaUtópica. Es vedad, a lo andaluces nos gusta improvisar pero cuando todos vamos a compas, surge lo maravilloso. Surge el arte y surgen los sueños. Mi gente: vamos todos a compás. Todos a una, por una Andalucía para todos. Una Andalucía nueva y utópica. Mi gente: estamos en un momento histórico para nuestra tierra y, aunque estemos improvisando nuevas maneras de hacer política, no importa si todos vamos a compás. Si queremos cambiar de verdad, tenemos que atrevernos a probar caminos nuevos. Caminos nuevos que nos exigen cambios en nosotros mismos. Nadie cambia su vida actuando de la misma manera. Una sociedad conformista, mansa o resignada, repetirá errores una y otra vez. Nunca cambiará. Exceptuando cuando los que tienen el control económico y mediático lo desean. Entonces, el rumbo será el que ellos dicten. Pero bueno, estábamos hablando de cambiar sólo un poquito, el suficiente para que Andalucía vaya en otra dirección. Y tranquilos, no hay que asustarse, peor de lo que se ha hecho durante estos treinta y tantos años de gobierno, ya no se pue hacer. Estamos en campaña electoral y todos los partidos tienen que oírnos. Es el momento de que la ciudadanía hable. Mi gente: es el momento de salir a la calle a reivindicar nuestro lugar en la historia de este país, o país de países, o lo que leches seamos.

domingo, 6 de diciembre de 2015

LAS PREGUNTAS QUE TENDRÍAMOS QUE HACERNOS ANTES DE IR A VOTAR


#CiudadaníaEnCampaña
DÍA 3 DE CAMPAÑA
CARTA A LOS «DECISOS»

Querido yo mismo:
Ayer escribí una carta a los indecisos y, cuando terminé de escribirla, me di cuenta de que el indeciso era yo. Bueno, quizá «indeciso» no es la palabra correcta. Lo que me pasa, en realidad, es que tengo una jartá de dudas. Así que dejadme que las comparta ahora con vosotros/as, ya que no puedo compartir mis certezas. Y no es porque no quiera sino porque no las tengo, o las pocas que tengo no son muy brillantes para compartirlas.
Y la duda más grande que tengo es, precisamente, cuáles son las preguntas que deberíamos hacernos antes de ir a votar. Por ejemplo, en relación a la crisis que llevamos padeciendo todos estos años, qué deberíamos preguntarnos.
Sabemos que sobre la crisis, sus causas y sus consecuencias se ha escrito y se ha hablado mucho. Hemos oído y visto a muchos expertos y especialistas, periodistas y políticos analizar y debatir sobre la crisis pero, ahora que estamos a tan pocos días de las elecciones, creo que los ciudadanos y las ciudadanas de este país nos deberíamos volver a preguntar y reflexionar sobre lo que ha pasado desde que la crisis estalló.
No hace falta que escribamos las respuestas, ni que estas tengan que ser brillantes y elaboradas. Propongo un ejercicio libre de análisis, reflexión y compromiso ciudadano desde el lugar que a cada uno nos ha tocado vivir y dejando a un lado todo lo que nos han intentado inculcar o hacer creer desde los medios de comunicación y nuestros gobernantes.
Creo que si cada uno de nosotros responde cada pregunta de una manera honesta, dejando a un lado los prejuicios y las respuestas trilladas, tengo la intuición de que vamos a descubrir por nosotros mismos verdades o matices que no sabíamos o que nos han querido ocultar. Creo que si profundizamos en las preguntas podremos ir a la raíz de los problemas, por lo tanto, tener más claro cuáles podrían ser las soluciones. Y, además, seguir avanzando en conseguir una ciudadanía más comprometida, más activa y más preparada para cambiar el destino de este tren que cada día se acerca más al precipicio. El sabio José Luís Sampedro venía a decir algo así como «o paramos nosotros esta locura de sociedad del consumismo, el despilfarro y la desigualdad, o será la propia naturaleza la que nos frenará como un muro de hormigón frena a un coche a toda velocidad con toda la familia dentro». Estoy de acuerdo que el sabio Sampedro no lo diría así. Reconozco que es una interpretación libre de algo muy inteligente que él dijo. Que me perdone el atrevimiento.
En fin, mis queridos/as «decisos/as», aquí os dejo una ristra de preguntas que no sé muy bien cómo contestar o contestármelas. Si estáis aburridos/as y no tenéis nada mejor que hacer, quizá sea interesante darle una pensada.
- Como país, como pueblo, ¿hacia dónde deberíamos ir y qué deberíamos cambiar para construir una sociedad más justa, más equitativa, más solidaria y más feliz?
- Si el actual sistema económico-político en el que vivimos no garantiza los derechos mínimos de las personas, ni ayuda a construir una sociedad mejor para todos, ¿qué debería ocurrir? ¿Qué sistema habría que crear?
- Si la alternativa es seguir con el mismo sistema económico-político, ¿la solución sería ir hacia un capitalismo más justo que cree una sociedad menos desigual? ¿Pero se puede cambiar el sistema capitalista para hacerlo más humano y más solidario? ¿Es esto posible?
- Si hubiera un deseo real de cambiarlo para mejor, ¿el sistema capitalista español tiene autonomía y soberanía suficiente para dar un giro hacia ese capitalismo solidario? ¿O, en esta fase de la globalización y las grandes corporaciones, ningún país tiene la soberanía suficiente para hacer las reformas necesarias que lo lleven hacia un capitalismo más humanitario? 
- ¿Nuestros «amiguetes capitalistas» estarían dispuestos o están preparados para caminar hacia un capitalismo humanista y solidario en esta España que tanto dicen querer?
Y en otro orden de cosas:
- ¿Los ciudadanos tenemos la última palabra en todo esto? ¿Tenemos la soberanía suficiente para decidir nuestro futuro?
- ¿Los ciudadanos y las ciudadanas de este país —o país de países— queremos asumir esa responsabilidad o vamos a seguir dándole un cheque en blanco a nuestros políticos para que hagan lo que les dé la gana?
- ¿Nuestro destino final es callar, obedecer, producir y consumir? ¿No es esto lo que el capitalismo reinante nos exige y, en algunos casos, a lo que nos está obligando a través de la estrategia del miedo? Me refiero al miedo a perder el puesto de trabajo o a no encontrarlo; miedo a protestar o expresarnos libremente; miedo a cambiar, a probar otros caminos, a otras maneras de vivir, a soñar otros mundos posibles.
Vaya rollo, ¿no? Bueno, no quiero ser más pesao. Son las preguntas que me hago constantemente y os prometo que intento, dentro de mis posibilidades, encontrar las respuestas. ¿Con qué objetivo? Pues con el único objetivo de ayudar, aunque sea solo un poquito, a mejorar este país —o país de países—.
Saludos cordiales, y besos con sabor a pestiño.
El Benito.

sábado, 5 de diciembre de 2015

NO ME GUSTARÍA TENER UN GOBIERNO CON LOS VOTOS DE LOS INDECISOS


#CiudadaníaEnCampaña
DÍA 2 DE CAMPAÑA.
CARTA A LOS INDECISOS.
Queridos indecisa e indeciso,
No dejo de oír que los partidos quieren captar vuestro voto y que gracias a convenceros, ellos van a ganar las elecciones. Y a mí, lo primero que se me viene a la cabeza, es que no me gustaría tener un Gobierno constituido gracias a los votos de los indecisos de este país. En este momento actual, que es un momento histórico y decisivo para nuestro futuro, yo no quiero un Gobierno apoyado por indecisos. Lo quiero formado con los votos de los “decisos”, de los que saben qué país quieren y qué políticos quieren que los represente.
Si eres un indeciso porque sencillamente no estás de acuerdo con esta manera de hacer democracia o con este modelo sociopolítico, lo puedo entender. Yo también tengo muchas dudas, os lo aseguro. Un sistema donde los partidos solo piensan y trabajan con miras a ganar las elecciones cada cuatro años, siempre será un desastre para los ciudadanos. La solución de los problemas de la gente no puede estar en función de lo que pase cada cuatro años. La solución de los problemas en nuestra sociedad necesita un recorrido mucho más largo. No podemos adaptar nuestras vidas y la solución de nuestros problemas a los periodos electorales.
Por otra parte, si hay ciudadanía que no va a votar o tiene indecisión porque ninguno de los partidos que se presenta a las elecciones cumple con sus perspectivas de cambio o de futuro político, también puedo entender que estén indecisos. En varias Elecciones Generales no voté por eso mismo.
 Ahora bien, si eres uno de esos indecisos tan deseado por los partidos porque aún no sabes a qué partido votar, si eres uno de esos, te juro que no te entiendo. Después de lo que se lleva ha sufrido en este país por culpa de la crisis —y se seguirá sufriendo— y sabiendo quiénes han liderado, dirigido y gobernado este país —o país de países— durante estas últimas décadas, ¿cómo se puede estar indeciso? ¿Qué dudas se puede tener?
 Cada uno puede pensar lo que quiera —faltaría más que yo te diga lo que tienes pensar— pero mi sugerencia es que, si estás indeciso, mires hacia atrás, hagas un poco de memoria y te preguntes:
- ¿Quiénes nos hicieron creer que España era la repera y que íbamos a ser los más ricos de Europa?
- ¿Quiénes potenciaron la economía de la especulación y alentaron la burbuja inmobiliaria que nos ha llevado a este desastre actual?
- ¿Qué calidad e inteligencia tenían tienen los políticos que nos han gobernado durante estos últimos veinte años que fueron incapaces de aprovechar el boom económico para hacer un país más fuerte, más formado, tecnológicamente más desarrollado y con una economía más sólida? 
- ¿Quiénes han ayudado a hacer de este país el paraíso de la impunidad?  Nuestros líderes políticos, económicos y financieros la hacen y nosotros, la gente normal, la pagamos, ¿no ha sido así y está siendo? ¿Qué partido o político conoces que haya dimitido o asumido la nefasta gestión durante estos años?
- ¿Se puede salir realmente de una crisis como la que vivimos —y evitar crisis futuras— sin ir a la profundidad de los problemas? ¿Se puede curar un tumor sin ir a la raíz misma de la enfermedad?
- ¿En este país, durante estos últimos ochos años, ha habido un debate serio y profundo para saber cuáles eran las causas y la raíz de nuestros problemas? ¿Quiénes deberían ser los primeros en promover y hacer este análisis?
- ¿Las soluciones que se han propuesto y se están proponiendo son solucionares reales y duraderas o son simples parches y remiendos como se ha hecho siempre a lo largo de nuestra historia? ¿No tienes la sensación de que todo se reforma para que nada cambie y siga igual?
- ¿No hemos aprendido, ni vamos aprender nada de esta crisis? ¿Para qué va a servir todo el sufrimiento de tanta gente durante todos esto años? ¿Para nada?
 Bueno, estas son solo unas cuantas de las muchas preguntas sobre las que podríamos reflexionar tú, yo y todos/as. Y si no tienes ganas, pues ni me hagas caso, pasa de calentarte la cabeza. Ahora bien, si no vas a hacerte estas preguntas, déjame que te pida algo. Por favor, no tomes tu decisión solo porque lo que nos cuenten nuestros queridos políticos estos días de campaña. Analiza lo que han hecho y no lo que cuentan que van hacer. Ya lo dicen los viejos: «Uno es sus acciones y no sus buenas intenciones».
 Y para terminar, déjame, mi querido indeciso e indecisa, que añada un par de citas de Bertolt Brecht que he encontrado por ahí. Por supuesto no va dirigida a ti. Va dirigida a los que se enorgullecen de pasar de la política o no quieren saber nada de estos menesteres. ¡Va por ellos, señores y señoras!
«El analfabeto político es tan burro que se enorgullece y ensancha el pecho diciendo que odia la política. No sabe que de su ignorancia política nace la prostituta, el menor abandonado y el peor de todos los bandidos que es el político corrupto, mequetrefe y lacayo de las empresas nacionales y multinacionales…

El peor analfabeto es el analfabeto político. No oye, no habla, no participa de los acontecimientos políticos. No sabe que el costo de la vida, el precio de los frijoles, del pan, de la harina, del vestido, del zapato y de los remedios, dependen de decisiones políticas.»
 Y como fin de fiesta, te dejo este link http://bit.ly/1XIH2OO para refrescar la memoria y por si ayuda en algo.
 Un cordial saludo y besos con sabor a mazapán y turrón.
El Benito.

viernes, 4 de diciembre de 2015

AHORA ES EL MOMENTO EN QUE LA CIUDADANÍA SE TIENE QUE HACER OÍR.


#CiudadaníaEnCampaña.
DÍA 1 DE CAMPAÑA.

Empezó la campaña y todos los políticos van a intentar en convencernos de que son la mejor opción. Personalmente sigo pensando que somos los ciudadanos los que tenemos que hablar ahora. Tenemos que aprovechar la campaña electoral para decirles lo que pensamos. Yo creo que este es el momento para que la gente normal hable y diga qué tipo país quiere, qué sociedad soñamos para nuestro futuro. Y tenemos que soñar a lo grande. Tenemos que reivindicar nuestro derecho a las utopías y no conformarnos con la miseria de sociedad que nos quieren vender la mayoría de nuestros líderes políticos.

Yo creo que los ciudadanos y las ciudadanas de este país —o país de países—  tenemos que hablar de política y sobre qué sociedad queremos. Y tenemos que hablar en las escuelas, en los barrios, en los bares, en las casas, en el trabajo, con los amigos. Donde sea. No podemos dejar que solo hablen los políticos profesionales porque ya tenemos experiencia suficiente para saber lo fácil que es mentir y hacer demagogia en una campaña electoral. Estoy seguro de que muchos habrán escuchado ese dicho, ya popular, que dice: «Mientes más que un político en campaña». Pues eso: ahora es momento de oír, analizar y hablar… y también, y sobre todo, de recordar lo que ha pasado en estos últimos ocho años. ¿Quiénes fueron los máximos responsables de la crisis en este país? ¿Quiénes son los culpables de que la crisis esté siendo tan devastadora y tan duradera? ¿Quiénes, al final, se han beneficiado de la crisis? ¿Quiénes son los que la han sufrido y la están sufriendo? ¿Y si realmente lo peor ya ha pasado?

No perdamos la memoria. La experiencia vivida es lo único que nos ayuda a interpretar el presente y tomar decisiones de cara al futuro. Otro viejo muy conocido refrán dice: «Más sabe el diablo por viejo que por diablo». Seamos un país sabio porque sepamos utilizar las enseñanzas que nos da el tiempo vivido.

miércoles, 11 de noviembre de 2015

Sr. Presidente: ¿por qué se burla usted de los trabajadores y trabajadoras de este país?


#CiudadaniaEnPrecampaña.  


Sr. Presidente: cuando usted habla de recuperación y de que se han creado no sé cuántos miles de empleos, ¿está mintiendo o se está burlando del personal?
No, burlarse es poco: usted lo que está es humillando y escupiendo a la cara a los trabajadores y a las trabajadoras de este país.
Sr. Presidente: salga a la calle, vaya a los centros de trabajo y entérese de las condiciones laborales de los empleos que su Gobierno dice haber creado. Entérese de la calidad de los puestos de trabajo que ha creado y no presuma tanto de la cantidad. Entérese de lo que la gente gana y del tipo de contrato que tiene. Compruebe usted mismo cómo la gente va a trabajar con miedo, con el temor de que cualquier día le digan: «Hoy es tu último día, mañana no vengas». Y cuando se tiene miedo —supongo que usted lo sabrá— todos terminamos aceptando condiciones que, casi siempre, son vergonzosas y vergonzantes.
Y también le pido, Sr. Presidente, que tenga la decencia y la valentía de incluir en su balance de resultados a los miles de trabajadores y trabajadoras que están trabajando sin contrato. Ese inmenso grupo que usted —y muchos como usted— ignora en sus estadísticas. Ese numeroso grupo de ciudadanos y ciudadanas que trabajan sin ningún derecho laboral, sin ninguna protección, y dispuestos a aceptar cualquier condición.
Sr. Presidente: cuando usted habla en nombre del pueblo español y dice que sabe lo que nos pasa o lo que necesitamos los españoles, yo, la verdad, no lo entiendo. No sé de qué país ni de qué realidad me habla usted. Humildemente, Sr. Presidente, le pido que salga a la calle y vea el dolor social de este país. Porque si usted me vuelve a repetir eso de que «España está saliendo de la crisis», yo le voy a decir, Sr. Presidente, ¡que usted está más ciego que mi paisano Currete (1), carajo! Y también le voy a decir que ese tipo de ceguera, desde mi punto de vista, solo puede ser debido a tres explicaciones.
Una. Usted puede ver la realidad y no ser capaz de entenderla por falta de inteligencia emocional o intelectual o por incapacidad de empatizar con el dolor ajeno.
Dos. Usted ve la realidad pero desvía la mirada hacia otro lado porque es demasiado sensible y no puede afrontar tanto dolor.
Y tres. Usted ve lo que pasa en este país pero no hace nada porque, sencillamente, es cómplice —o es causante— de la dramática situación en la que están viviendo millones de familias en este país.
Sr. Presidente: ¿cuál de las tres explicaciones cree usted que justificaría su caso de ceguera social y humana?
Ahí le dejo la pregunta. Solo usted sabe la respuesta. Espero que tenga la conciencia tranquila y esté durmiendo bien. Yo estoy durmiendo fatal. En este país montamos un circo y nos adelgazan los elefantes y se le caen los pelos a los monos.
Y para terminar, Sr. Presidente, una cosilla más.
No recuerdo dónde leí algo así como que en tiempos de crisis era cuando más había que estar vigilantes para evitar que se pisotee la dignidad de las personas, que es lo último que se debe permitir. Decir esto ahora, después de casi ocho años de crisis, suena a chiste viejo, ¿verdad? Sí, a mí me suena a una vergüenza consumada y aceptada hace bastante tiempo. Y entonces me pregunto: ¿para qué nos sirven las instituciones democráticas? ¿Para qué nos sirve tanta «democracia»? ¿Dónde están nuestros máximos líderes, guías políticos y espirituales, que no hacen nada para evitar que se pisotee cada día la dignidad de los trabajadores y trabajadoras con o sin trabajo? ¿Y dónde estamos los ciudadanos y las ciudadanas que lo estamos consintiendo?
Las elecciones están cada día más cerca y los ciudadanos y las ciudadanas de este país tenemos que reactivarnos. Tenemos que hacer balance y analizar qué ha pasado todos estos años. Y no podemos quedarnos ni quietos, ni callados. La rabia y la indignación del 15M deben volver a salir a la calle. Como decía Bertolt Brecht: «¡Contra la injusticia y la impunidad! Ni perdón ni olvido».

#CiudadaniaEnPrecampaña. No leeré el programa de los sueños de ningún partido de los que han gobernado. Leeré el programa de lo hechoLos sueños, sueños son… y la única verdad está en el pasado.

P.D.: Sr. Presidente, en honor a la verdad, esta carta se la podría enviar a otros muchos políticos que piensan como usted; incluso a otros muchos que dicen que no piensan como usted, pero que actúan como usted. Incluso a muchos más políticos que dicen que no piensan como usted, que no actúan como usted… pero, tristemente, consiguen el mismo resultado que usted. Así que no se apene, que usted no es el único ciego. Y además, quién soy yo, y qué importa lo que yo diga, si solo soy un simple ciudadano.

(1) Currete era ciego y fue uno de los primeros vendedores de cupones de la ONCE en mi pueblo (Lebrija). Un hombre al que recuerdo de niño como muy inteligente, que se las apañaba yendo de un sitio para otro por todo el pueblo y que era capaz de reconocer a todo el mundo por la voz. Mi madre, siempre que lo veía, le compraba un cupón. La pobre no podía evitarlo, siempre buscando la suerte para mejorar la vida de sus hijos.

martes, 27 de octubre de 2015

#CiudadaniaEnPrecampaña

Ciudadanos y ciudadanas en precampaña.


Si los políticos han empezado la precampaña, creo que la ciudadanía también debe hacerlo.

Y lo primero que creo que debemos hacer, como primer acto de precampaña, es denunciar los muchos años que llevamos de bipartidismo y de partidos segundones cómplices, y que esa es la razón de la pobreza de nuestra democracia y del deterioro de sus instituciones.

Demasiados años gobernando los mismos ha provocado redes de cómplices y complicidades; de enchufismos y clientelismos; de connivencias, apaños y sometimientos a los grandes poderes económicos y financieros. 

Demasiados años con políticos que se aferran a sus sillones y a los privilegios de sus cargos. Políticos que siguen en política porque ya no saben ganarse la vida de otra manera. Políticos que no tienen la honestidad y valentía de dejar su cargo a sabiendas que ya no tienen nada que decir ni nada nuevo que aportar. Políticos que aceptan lo inaceptable y callan lo que deberían gritar  a los cuatro vientos.

Demasiados años donde los peores vicios, repetidos miles de veces en nuestra historia, han vuelto a gangrenar la política, la gestión pública, la sociedad y la economía. El amiguismo, la defensa a ultranza del clan y el complot familiar; la glorificación de la incultura y el desprecio del pensamiento libre y culto; la salvaguarda del poder y las prebendas de la iglesia (que nos obliga, por coj…, a ser un país católico), la exaltación de la cultura del pelotazo, el engaño y el enriquecimiento a costa de todo y de todos; el aprobar, consentir, incluso legalizar la avaricia y la codicia desmedida e inmoral de los que ya tienen demasiado y aún quieren mucho más.

Los ciudadanos y las ciudadanas de este país (o país de países o lo que sea) no debemos olvidar el sufrimiento de todos estos años de crisis. La crisis no la provocamos la gente normal y, sin embargo, la estamos padeciendo la inmensa mayoría. Y en esa mayoría creo que nos podemos incluir todos, los de derechas y los de izquierdas, los que votaron al PP, PSOE, IU o cualquier otro partido. Todos la estamos padeciendo y a muchos les ha arruinado la vida. Muchos perdieron sus negocios creados con mucho esfuerzo durante años o generaciones; millones han perdido sus trabajos y por tanto se han quedado sin futuro (para ellos y sus hijos)… Y miles han perdido lo más valioso: sus hogares… y sus vidas.

Ellos, nuestros “extraordinarios, brillantes y bondadosos” políticos podrán olvidarse de todo esto, nosotros no. Incluso volverán a mentirnos diciendo que ya estamos recuperándonos, que saldremos de esta crisis. Eso es mentira. Esta crisis ha venido para quedarse. No es traje de temporada. Es la armadura que nos va a aprisionar durante las próximas décadas.

Hasta el 20D, nuestros políticos dirán solo lo que ellos creen que nosotros queremos oír. Por cierto, en los días de campaña electoral, siempre me acuerdo de aquella expresión que se popularizó y que decía: “mientes más que un político en campaña”. Y desgraciadamente me temo que eso será lo que va a ocurrir. Nos mentirán hasta la ridiculez y hasta decir basta.

Pero esta vez creo que las cosas van ser diferentes, o debemos hacer que sean diferentes. Yo estoy convencido de que todos vamos a escuchar esos discursos de otra manera, vamos a hacer otra lectura y vamos a hacerles ver que ya no nos pueden engañar tan descaradamente.
Como tampoco vamos aceptar que hagan con nuestro presente y con nuestro futuro lo que les dé la gana. En mi opinión, creo que en estos años pasados hemos sido demasiados cómodos, confiados e incluso irresponsables al cederles tanto poder. Eso tiene que cambiar o si no, no tendremos fuerza moral, no podremos exigir nada. “Pueblo confiado, pueblo engañado”, creo que oí alguna vez. A mí, personalmente, no me gusta vivir con los prismáticos de la desconfianza. No es sano. Pero ahora mismo, en este momento histórico, creo que hay que desconfiar de todos los políticos. Los hechos ocurrido y la vergüenza y podredumbre destapada nos reafirman en ese sentimiento. Los políticos de este país no solo tienen que captar nuestro voto, tienen ganarse algo mucho más importante, y es nuestra confianza y credibilidad.

Los ciudadanos y las ciudadanas de este país no podemos olvidar lo que ha pasado durante estos años. Si lo hacemos, entonces nos mereceremos que nos vuelva a pasar otra vez lo que nos ha pasado. Si no aprendemos nada de estos años de crisis, entonces no habrá servido de nada tanto dolor y tanto sufrimiento. Por eso, en mi opinión, creo que todos debemos participar, como ciudadanos comprometidos, en la precampaña (y más adelante en la campaña) para evitar que nos mientan, nos ninguneen o nos traten como a imbéciles.

Los ciudadanos y las ciudadanas tenemos que entrar en precampaña para recordarles a nuestros políticos que ninguno de los que han gobernando durante estas últimas legislaturas ha tenido la dignidad política de asumir la responsabilidad del mal gobierno que han hecho y del daño que han provocado a millones de familias durante los años de crisis.

#CiudadaniaEnPrecampaña para que no olviden que ellos son los culpables de convertir a este país en el país de la impunidad, del “vale todo” y de la corrupción generalizada.

#CiudadaniaEnPrecampaña para que sepan que la conciencia política de la gente ha cambiado. Ahora, como nunca, la gente tenemos más claro cómo es la clase política que nos ha gobernado y que quiere seguir gobernándonos. La crisis nos ha enseñado que no podemos darle un cheque en blanco a ningún partido ni a ningún político. Ellos no se han ganado nunca, nunca, esa confianza. Desgraciadamente este país no tiene tradición de democracia ni ejemplos de buenos políticos. Tristemente apenas tenemos referentes de buenos políticos (en estos casi cuarenta años de democracia) a los que seguir y emular. Miramos hacia atrás, leemos las páginas de nuestra historia, y es difícil encontrar esos referentes. Demasiadas dictaduras, demasiadas guerras civiles y muy poca democracia en la mochila de nuestro pasado.

Y con todo esto no quiero decir que no haya políticos honestos con ganas de hacer bien las cosas. Claro que los hay. En partidos y en asociaciones y colectivos. Tampoco quiero que se entienda que proclamo la desafección política. Nada más lejos de mi intención.
La Política con mayúscula es fundamental para la convivencia humana. Yo creo firmemente que todo lo que hacemos, hasta lo más pequeño, tiene un significado, un valor y una repercusión política. Vivir y convivir es Política. La Cultura es Política, y soñar, y proyectar futuros es Política. A lo que me refiero, y lo que intento defender, es una manera diferente de entender y de hacer Política. Por lo que abogo es por la honestidad y el compromiso auténtico en la Política para que, a través un diálogo profundo, abierto y creativo, intentemos construir un mundo mejor para todos… o por lo menos, lo intentemos con todas nuestras ganas. Lo que quisiera, lo que creo que mucha gente desea, es que la POLÍTICA controle la avaricia desmedida de los poderes económicos y priorice a las personas, independientemente de su ideología, nacionalidad, raza, sexo o religión, y que se ponga de parte de los más indefensos, de los que más sufren.

Dentro de 54 días todos estaremos otra otra vez ante las urnas. Lo que decidamos será muy determinante para nuestro futuro. Y confieso que no he tenido ese sentimiento en ocasiones anteriores. Era un niño cuando las primeras elecciones democráticas, tan ilusionantes y, a la vez, tan frustrantes para las clases humildes de este país.
Ha habido elecciones en la que he practicado la abstención consciente como acto de protesta. No confiaba en ningún partido, ni en esta manera de hacer democracia. Y sigo teniendo mis dudas, pero en estas elecciones no estoy tan seguro de que la abstención sea la mejor opción. De todas maneras, tanto si se vota como si no, y gane quien gane, los ciudadanos y las ciudadanas tenemos que estar muy alerta. Tenemos que educar, educarnos y reeducarnos en el compromiso político con el mundo que nos ha tocado, y decirnos, y repetirnos mil veces, mil millones de veces si hiciera falta, que los soberanos de este país no son ellos, somos nosotros, la gente. Este país y este planeta tiene que ser de la gente, no de unos pocos.

Este es el espacio-tiempo que nos ha tocado vivir y todo hombre y mujer tiene el derecho a ser feliz. Si desperdiciamos esta vida, no habrá otra. No hay repuesto, ni se admiten devoluciones. Por eso creo que estamos en el momento histórico decisivo para reclamar que nos devuelvan nuestra soberanía política, nuestra soberanía económica, y reivindicar nuestro derechos a las utopías. No debemos conformarnos con menos. Recortes, ni uno más.