¡Libertad para Andrés Bódalo!
Sé que posiblemente no sea objetivo en lo que
voy a decir, (es muy difícil serlo cuando uno habla de su tierra, de su gente,
de su familia) pero los jornaleros y las jornaleras andaluces han sido los más
maltratados y menos respetados de todos lo trabajadores de este país desde que
vivimos en democracia. En los años 80 del siglo pasado se llevó a cabo una de
las reconversiones agrarias y laborales más brutales de este país. La
mecanización del campo y las nuevas tecnologías en las siembras y cultivos dejó
sin trabajo a miles de jornaleros y jornaleras de mi tierra, de Andalucía, y
los condenó a una pobreza que aún dura.
Miles de familias, que durante siglos habían
trabajado esas tierras, se quedaron, de la noche a la mañana, sin nada. Sin
ningún medio para ganarse el sustento honradamente. Todos los pueblos del bajo
Guadalquivir y la campiña sevillana (que es la zona que más conozco) se
quedaron sin la única fuente de ingresos: el trabajo en el campo.
Durante la dictadura, se pidió «¡Pan, Tierra y Libertad!». En
democracia, en aquellos años, pedíamos «¡un puesto de trabajo!». Cuarenta años
después se sigue pidiendo «¡trabajo!», pero estos tiempos de supuesta
modernidad y progreso se le ha tenido que añadir el adjetivo «digno». ¡Un trabajo, pero digno!
La gente, mi gente, lo único que quería era un
puesto de trabajo. No querían ni limosnas, ni subsidios. Querían un trabajo que
dignificaran sus vidas y el jornal que llevaban a sus casas. No es lo mismo ir
a la tienda y comprar con dinero ganado trabajando, que comprar con el dinero de
un subsidio percibido por estar parado. Estoy seguro que el vaso de vino que mi
padre se tomaba en la taberna, no le sabía lo mismo si él se lo había ganado
con su esfuerzo.
En esos años 80 a los que me estoy refiriendo,
fue el Sindicato Obrero del Campo
(SOC) el que más luchó por estos jornaleros y jornaleras y el que más denunció
la situación de desamparo, injusticia y desigualdad en la que estaban viviendo.
Recuerdo aquellos años como unos años de una
gran actividad política y de movilizaciones, huelgas y manifestaciones. Había
mucho en juego. El presente y el futuro de miles de familias jornaleras
dependían del campo y no había nada más. No había otras alternativas. El progreso económico, laboral y social
nunca llegó al mundo rural andaluz… y sigue sin llegar 40 años después.
Hoy en día, la lucha y las reivindicaciones,
desgraciadamente, siguen teniendo la misma vigencia. El Sindicato Andaluz de Trabajadores (antes el SOC), sigue siendo el
sindicato más activo en la defensa de los trabajadores y trabajadoras del medio
rural. En todos estos años no ha cesado
ni un solo momento de luchar por salarios justos, por el desarrollo social y
económico de muchos de nuestros pueblos. En definitiva, por la dignidad de la
gente trabajadora de Andalucía.
Es posible que en todos estos años de lucha
hayan cometido errores, se hayan extralimitado o hayan realizado acciones que
no debieran. Es posible. De lo que sí estoy seguro es que nunca se hizo por un
beneficio particular o por hacer un daño gratuito. Siempre se hizo con el único
objetivo de ayudar y proteger a los más desfavorecidos, a la gente sencilla, a
los jornaleros y jornaleras de Andalucía.
Si el Sindicato Andaluz de Trabajadores (SAT)
acumula multitud de denuncias y miles de
euros de multa es porque no había otro camino, ni otra alternativa para llamar
la atención sobre la situación desesperada de muchos pueblos de Andalucía.
Además, y esto es lo que me parece tristemente
importante, es que si el SAT, sus dirigentes y militantes no han parado un solo
día de luchar, es la evidencia y la confirmación
de que las instituciones, entidades y organismo democráticos (Ayuntamientos,
diputaciones, Gobierno autonómico y central, etc.) y el partido que ha
gobernado Andalucía durante todos estos años, no han hecho el trabajo que debían
de hacer, ni han cumplido con la obligación de ayudar y proteger a los más
desfavorecidos y los que tienen menos recursos. Ante la emergencia social
que está viviendo Andalucía, no debería ser un sindicato el que esté luchando
contra la injusticia, la desigualdad y la pobreza. Deberían ser todos esos
estamentos e instituciones públicas y todos esos grupos, sindicatos y partidos políticos
de Andalucía los que deberían estar partiéndose el alma por buscar soluciones y
alternativas. O dicho de otra manera, si las instituciones políticas y sociales
de este país funcionaran y se preocuparan de verdad de defender a los más
desprotegidos y a los más débiles, no haría falta esa lucha. No harían falta
corte de carreteras, manifestaciones, ocupaciones de fincas, piquetes, asaltos
a supermercados, ni otras acciones reivindicativas. Y si esto fuera así, es muy
posible que los dirigentes y militantes del SAT no sufrirían multas y condenas,
ni irían a la cárcel como es la situación vergonzosa que está paciendo Andrés
Bódalo.
Yo conocí a Andrés Bódalo en la campaña de las
elecciones generales pasadas y desde el principio me pareció un tipo honesto y
comprometido. Andrés está preso en la cárcel Jaén desde el 30 marzo. Casi un
mes y medio ya. Con todo lo que se está destapando en este país, y todo lo que
ha pasado en estos años de crisis, que un miembro del Sindicato Andaluz de los
Trabajadores esté preso por luchar por su gente, me parece una vergüenza
intolerable en un estado que se define democrático.
Que sobre
los banqueros avariciosos, empresarios estafadores y políticos corruptos no
caiga todo el peso de la Ley y que en el caso de Andrés Bódalo la justicia sea
implacable, dice mucho del sentido de justicia que todavía existe. ¿O es justo, es justificable y es ético que Andrés esté en la cárcel?
Decidan ustedes.
El 4 de este mes salió desde Jódar (Jaén) una
marcha para pedir la libertad de Andrés Bódalo. Este domingo 15 de mayo, a las diez de la mañana, la marcha continuará
su camino hasta llegar al centro Madrid. El punto de salida es el Auditorio
Municipal Villa de Vallecas (C/ Monte de Montjuich, 7, en el Barrio de
Vallecas). Los que queráis venir, allí estaremos.
Desde mi punto de vista, esta marcha no se
convoca solo para pedir la libertad de Andrés Bódalo, para mí tiene un sentido
más profundo y más transcendental. Para mí esta marcha es un acción para
dignificar la lucha política en tiempos de corrupción y descrédito y es rendir un
homenaje a todos los militantes y dirigentes de los colectivos y sindicatos que
no han cesado ni un solo día de luchar por una sociedad más justa, más
solidaría y más humana. Ellos son mis héroes, mis referentes.
Y por último, no quiero terminar estas
palabras sin dejar de mencionar y de agradecer al Ayuntamiento de Jódar que
haya apoyado el indulto a Andrés. Es lo justo y razonable.
¡Salud y libertad!
Besos y abrazos con sabor a yerbagüena.
Benito Zambrano